Mi Edo
¿Por qué “Mi Edo” y no “miedo”?
No se trata de un simple juego con la palabra “miedo”, existe otra intención.
Las palabras suelen ir acompañadas de una fuerte carga emocional, sobre todo las referidas a una emoción experimentada como aversiva. Es fácil comprobar que decir -o pensar- “miedo” o “mi Edo” no genera la misma reacción en nosotros.
El título trata de que el lector se acerque a esa emoción como observador: que no mire a través de esa emoción sino hacia ella.
Gran parte de los álbumes sobre el miedo para niños/as suelen centrarse más en los estímulos que lo provocan –que son muy numerosos y variados-. Sin embargo “Mi Edo” desea centrar la atención en el miedo en sí.
¿Por qué se personifican el miedo y el ratoncito?
Para cualquier persona, y especialmente para un niño, resulta más fácil, para trabajar u observar algo que se siente, imaginarlo con ciertas características físicas.
En el álbum se resalta que es algo que el niño imagina. No se persigue crear un ser fantástico.
En la historia que la madre cuenta al niño se ha utilizado como modelo un ratoncito –más personificado en las ilustraciones que en el texto- ya que un ratón es capaz de experimentar miedo -y bienestar- y emplear el ejemplo de otro niño podía resultar inadecuado por varios motivos. Los principales son que el niño-lector se sentiría identificado con el niño en apuros y dejaría de ser el observador objetivo que se deseaba y porque cualquier ejemplo referido a un niño inmerso en una situación de amenaza podía ser desagradable o bien infundir algún tipo de miedo no presente en el lector.
¿Por qué el apartado “¡No tengas miedo!”?
Es una llamada de atención a los adultos.
A veces, sin ser conscientes de ello, solicitamos cosas imposibles a los niños. En el caso del miedo, pedirle a un niño que no lo tenga, además de disparatado, puede tener como consecuencia que, simplemente, decida ocultarlo. Cuando se solicita algo así, estamos tratando las emociones -lo de dentro- como si fuera algo del mundo exterior -lo de fuera-.
Cuando algo externo no nos gusta, podemos evitarlo, rechazarlo, cambiarlo por otra cosa… pero no es algo que habitualmente pueda hacerse con las cosas de nuestro interior -pensamientos, emociones…-.También supone invalidar las emociones. Es como decirle a un niño que NO DEBERÍA sentir justamente aquello que está sintiendo.
¿Y “Escalones y escaleras”?
Todos los apartados tienen un porqué.
“Escalones y escaleras” se basa en la idea de exponerse –gradualmente- a lo que se teme. Normalmente, el miedo se mantiene porque evitamos aquello que lo provoca, en lugar de afrontarlo. Con demasiada frecuencia, seguimos una secuencia equivocada: esperamos a no tener miedo para hacer algo y no nos damos cuenta de que se trata de una trampa. El orden debe ser el contrario. Por ello, resaltar la secuencia inversa es importante: cuando hago algo –conducta-, entonces, la emoción experimenta un cambio.
¿Por qué un álbum en el que el miedo no desaparece?
El miedo no es algo que deba desaparecer. Por otro lado, hagamos lo que hagamos, nunca desaparecerá totalmente. Normalmente, tiene una función de supervivencia, por lo que siempre estará presente en nuestras vidas.
Es muy frecuente este modelo de cuento o álbum ilustrado: un niño le tiene miedo a un ser fantástico –habitualmente un monstruo-, pero descubre que es simpático y por eso no hay que temerlo y el miedo desaparece como por encanto.
Lamentablemente, en la vida real el miedo no desaparece tan fácilmente. Por otro lado, tampoco se suele transmitir la idea de la necesidad de aceptar cualquier emoción. Con los niños el trabajo con las emociones suele limitarse a identificar, regular y, sobre todo, controlar; raramente a aceptar.
Y, sin embargo, ¡son tantas veces las que tendremos que tomar al miedo de la mano y atrevernos!